viernes, 21 de diciembre de 2012

CAPÍTULO 1: Estoy embarazada (Parte 4. FINAL)




La pusieron encima de mí. Una vez conmigo dejo de llorar, me miraba fijamente con sus grandes ojos negros, abiertos, mirando y observando todo. Lo más bonito que había visto nunca. Al poco, la cogieron, la pesaron, la limpiaron, la reconocieron y salió en brazos de su padre a conocer a toda la familia. Ah! Y le dejaron un ombligo precioso, otra mis manías.

Cuando subí a planta me esperaban tres días intensos para aprender antes de dejarnos a los tres a solas. Cuando la trajeron a la habitación la volví a ver. Ya no era igual que en quirófano. Supongo que la emoción del momento no te deja ver que muchos niños que no nacen por cesárea, salen infladitos, con un color más morado que rosado, con la nariz chata (supongo que del apretón) y, al menos en mi caso, llena de vello. Igualmente yo la veía preciosa. De dos padres guapos tenía que salir una diosa. Démosle tiempo, bromeábamos.

Cuando vino la enfermera me dijo, “veo que has decidido darle pecho”. Y enseguida la puso a mamar. La niña se enganchó a la primera y yo no sabría hasta más adelante cómo llegaría a ser su amor por la teta.

Los tres primeros días de dar el pecho. Al parecer no sale leche, sino que toman el calostro. Se ve que este alimento es muy bueno para los niños pero como todo en esta vida tiene un pero: alimenta pero no llena. La niña lloraba y lloraba sin parar y no entendía por qué hasta que me lo explicaron. Exclamé: “me estás diciendo que me hija tiene hambre?”. Dame un biberón ahora mismo. Las enfermeras se negaban y volvían los mitos: “si le das pecho no le puedes dar ni biberón ni chupete porque no querrán el pecho”, “ponte la pezonera”, “duerme con sujetador que si no se te caerán las tetas”. A mí me daba igual todo eso, yo quería un biberón para calmar el hambre de mi hija y luego seguiría con el pecho porque es lo mejor para ella. Al final le di mucha pena a una enfermera y me pasó a escondidas un mini biberón. Dormimos todos plácidamente.

El momento hospital también es horrible. Yo sólo quería estar con mi hija y aquello se llenaba y la gente se pasaba a echar la tarde en el hospital. De ahí aprendí algo, evitar ir a ver a los recién nacidos al hospital y esperar a que estén en casa y la madre en condiciones de recibir a alguien, y al menos para mí fue al cabo de un mes como mínimo. No soportaba que entrara tanta gente y encima salió la tigresa que hay en mí no quería que nadie tocara a mi niña. Me pasé tres días en la cama con la niña enganchada en la teta ajena a todo tipo de conversación de la habitación.

Al tercer día, y con mis cuatro puntos, nos fuimos para casa. Al parecer, una vez das a luz, las hormonas vuelven a dispararse. A mí me dio por estar angustiada. No dormía nada porque las noches las pasaba en vela y durante el día intentaba dormir cuando lo hacía la niña pero no lo lograba. A parte de nacer con el sueño girado, dormía de día y estaba despierta de noche, era imposible dejarla en la cuna así que pasé los 2 primeros meses durmiendo con la niña encima de mi pecho. Íbamos haciendo mini siestas y llegué a dormir sentada en la cama. Ahí conocí lo que es el colecho.

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