lunes, 19 de noviembre de 2012

CHARLA DE CARLOS GONZÁLEZ.




Hace unos días fui a una charla de Carlos González. Sí, ese pediatra maravilloso, respetuoso de los ritmos del niño, comprensivo con las madres sacrificadas al 200% y amante de los chiquitines llamados de alta demanda. No sé hasta qué punto ese señor con barba, menudo, de parla suave y aspecto tranquilo tendrá razón o no, pero la verdad que sales de la sala más tranquila contigo misma y con unas ganas locas de besar y achuchar a tu hijo. Ya sólo por eso vale la pena ir a verlo.

Por esa razón mi primer post de “El cajón de mamá” será sobre una larguísima charla que Carlitos, como le llamo yo, nos dio sobre las necesidades afectivas de los niños.

Carlos González empezó explicando que la conducta de los animales es instintiva y, dando el ejemplo de los primates, el animal que más se asemeja al ser humano, nos enseñó cómo aprenden estos casi hermanos a los que en general les llamamos monos.

Los bebés primates, aprenden encima de su madre y hasta que no se valen por sí mismos, es decir, se mueven de manera autónoma, lo hacen a cuestas de su madre. Portean. Carlos González explicó que el CAMINAR no se aprende sino que es una cuestión de madurez. Es un acto que lo hacen todos los humanos de manera instintiva, tras un proceso madurativo y que suele verse el resultado a cierta edad, dependiendo de cada criatura. Es decir, que por mucho que estimules a un niño a caminar, hablar, hacer pipi en el wc…no lo hará por mucho que insistas. Lo mismo al revés, por mucho que te empeñes en que un niño no camine, no hable y no sepa controlar esfínteres lo hará de manera instintiva tarde o temprano. Caminar, hablar, comer, controlar esfínteres y yo añadiría DORMIR, es algo que es instintivo, no se aprende, y el niño o niña lo hará cuando realmente esté preparado para ello ya que aprender es algo que se enseña, que necesita de un esfuerzo para aprender y se puede aprender o no. Por ejemplo: el inglés, las mates, tocar el piano, conducir…

El portear, crea ya un vínculo afectivo. Carlos González decía que queremos que nuestros hijos e hijas, ya de bebés, sean independientes. Pero, ¿cuándo somos independientes?. ¿Con 1 año, con 25, con 80, nunca?. Los bebés, criaturas al menos hasta los 2 años, no son independientes. Pero incluso los niños, por ejemplo, 5, 9 o 12 años, tampoco lo son. Un niño es dependiente de sus padres, en más o menos medida respecto a su edad, porque sin un adulto que lo cuide muere. Para el padre/madre/ tutor/abuelo/adulto, ¿qué es ser independiente? Que haga lo que YO quiero, como YO quiero y cuando YO quiero, que haga los deberes solo y que no moleste mientras miro un programa que me interesa en la TV. Seamos sinceros, eso no es ser independiente. El ser humano, todos nosotros, es un animal social y como tal NUNCA es independiente y siempre vive en grupo, sino muere (o bien entramos en una depresión de caballo).

Los niños con 10 días son capaces de dar órdenes, ¿cómo pueden hacer eso? Pues bien, Carlos González nos dijo que lo hacen de manera instintiva porque no saben hacer las cosas por ellos mismos. Necesitan que alguien que pueda, un adulto, cubra sus necesidades y eso lo hacen con la alarma del lloro. Comentario de adulto: “tiene 2 semanas y ya te está manipulando. Déjalo llorar”. No nos engañemos, los niños consiguen más cosas y nos manipulan mejor con mimos, risas y besos. ¿Para qué llorar si van a conseguir más cosas sin hacerlo? La respuesta es que, si los niños lloran es por algún motivo: hambre, frío, pañal, enfado, sufrimiento, dolor, tristeza…Lloran porque lo están pasando mal, no por gusto. Cuando tu hijo pide y das es independiente y si tu hijo pide y no das, es dependiente ya que depende de su tú quieres darle o no.

El pediatra explicaba que no se trata de hacer lo que quiere en todo momento sino que hay que prestarle atención si es razonable lo que pide y el momento. Es decir, no se trata de comprarle todos los juguetes del centro comercial de turno que pida o responder siempre que haga “ah” sino de atenderle cuando lo pide siempre y cuando no interrumpa algo realmente importante. En ese caso no le va a quedar otra que esperar.

Carlos González nos expuso un estudio que hicieron expertos con un grupo de niños. Estos estudiosos se dieron cuenta de que los niños menores de 3 años, cuanto mejor era su relación con sus progenitores, lo pasaban peor cuando se separaban de ellos (vínculo afectivo fuerte y miedo a la separación). Al mismo tiempo comprobaron que los niños de 5-7 años, cuanta mejor relación tenían con sus padres, mejor se portaban y hacían las cosas (como han tenido un vínculo afectivo fuerte no son inseguros, saben que sus padres estarán ahí si lo necesitan).

Como he expuesto anteriormente, nuestros hijos lloran porque quieren estar con nosotros, no hay más truco. Si los padres le dan abrigo, alimento, higiene…¿porqué llora?, ¿por interés?. No, porque te ama y quiere estar contigo y, poco a poco, van aprendiendo a “despegarse” dependiendo de muchas cosas. Todos los bebés que nacen en el mundo son iguales. Con el tiempo conocen su medio, aprenden y se adaptan. Necesitan tiempo y cada niño tiene SU tiempo.

El apego, o vínculo afectivo, es una necesidad básica y primaria para los pequeños. Es una base importantísima a la que no todos los padres/madres dan la atención necesaria. Este vínculo suelen hacerlo con una sola persona y normalmente es con la persona que más cuidados y tiempo pasa con la criatura. Este vínculo/apego dura toda la vida y no sólo eso, lo más importante es que de este vínculo dependerán los que el niño haga en el futuro. A mejor vínculo afectivo de pequeño mejores vínculos creará en su futuro.

Carlos González también nos habló de los celos. Dijo que éstos son causados por el amor que sienten hacia nosotros, sus padres. El 99% de los niños, se mete entre sus padres de manera instintiva por celos. Quieren que seamos de ellos y que estemos siempre por ellos. Exponía que los celos de los hijos son justificados porque no sólo no quieren que se rompa la relación afectiva sino que sin esta relación mueren, dependen de ella y por eso LLAMAN LA ATENCIÓN.

Los niños que llaman la atención es por celos (hermanito, padres, otro niño, amigo del padre, llamada telefónica…). Una madre debe vigilar siempre a su hijo y cuando no lo hace, por algún motivo u otro, ellos te lo recuerdan y LLAMAN LA ATENCIÓN. Es más, si un niño llama la atención de sus padres diciendo: “mamá, mira!” no llegaran a hacer cosas como llorar, pegarse cabezazos contra la pared, pegar a su amiguito o pintar la pared estilo Dalí. No les hace falta llegar a esa actitud porque antes ya ha tenido la respuesta de sus padres.

Siempre hay que ser razonable y ejercer con sentido común.

4 comentarios:

  1. Te has currando una buena entrada de inauguración, suerte con este proyecto blog!

    ResponderEliminar
  2. nunca pude oirle en vivo, pero si lei muchisimo de el Dr. González, y la verdad sabe abir muy bien los ojos de quienes como yo teniamos conceptos muy errados sobre la maternidad, muy linda sintesiis!

    ResponderEliminar