viernes, 14 de diciembre de 2012

CAPÍTULO 1: Estoy embarazada (Parte 3)




Cuando estás a punto de dar a luz es cuando entra otro aluvión de consejos. Ten muchas relaciones sexuales, camina, corre, salta, no pares en todo el día. Una ya está cansada y quiere parir, quieres ver a tu bebé. Ver como es, como se mueve, qué hace! Y mientras llega ese momento empiezan las porras: nacerá el sábado 12, no el 13. A mí ya me era igual cuándo pero quería que fuera ya y que no me lo provocaran.

El lunes 14 de junio, un día antes de que tuviera hora para provocarme el parto, empecé a mojar un poco las ropa interior. Yo lo achaqué a incontinencia urinaria pero mi pareja me dijo que llamara al ginecólogo. Yo no quería llamar ni ir al hospital, hacía dos semanas que ya había hecho el ridículo yendo al hospital y me volví a casa con un: “anda, pero si aún estás muy verde”. Como si fuera un tomate de ensalada. Insistió así que llamé.

“Hola. Sí, mira, que durante el día de hoy he tenido incontinencia”. “Igual has roto aguas”, me dijo. “No, no, es como si me hubiera hecho pipí. No cae agua”. Inocente. Al parecer, las aguas no tienen porqué romperse como en las películas, que inundan las calles, sino que la bolsa puede romperse por arriba e ir goteando.

Bien. Me fui para el hospital pensando que me iban a retornar a casa y de golpe oigo que la matrona le dice a mi marido “Bueno, sal fuera que está de parto”. Cómo? De parto? No, no, seguro?. Pero si no tengo contracciones. A parte, tengo hora mañana!. Me invadió el miedo. Lo primero que le dije a mi pareja fue: “llama a mi madre!”. Dios, como necesitaba a mi madre. Era la única persona que me podía calmar y quitar los miedos.

Cuando regresó la matrona casi muero. Vino con un palo blanco largo y me dijo: “abre las piernas”. Me rompió las aguas, bien rotas, y salió un liquido caliente que recorrió mis piernas y sacó de dentro un blandiblup transparente horrible. El famoso tapón mucoso. Ahí empecé a notar las contracciones. Pequeños dolores intensos. Yo no lo definiría como dolor sino como momento de tensión en el que no puedes ni respirar y no quieres que ni te hablen ni te toquen. Eso es una contracción!

Así me tuvo un rato hasta que me dijo. Te vamos a poner ya la epidural. Yo tenía claro que no quería sufrir ni tener dolor así que, lo siento por las que quieren parto 100% natural, tenía clarísimo que quería epidural. Aunque bueno, lo tienes claro hasta que te dicen que te la van a poner y tienes fobias a las agujas.

Me pasaron de un cuartucho enano, ruidoso y feo a una sala más amplia y silenciosa. Vino la anestesista, era rusa. Con su acento particular me dijo. “ponte de lado, en posición fetal”. Yo temblaba por los cuatro costados. Tengo terror a las agujas. La mujer repetía: “por favor, tienes que estar quieta sino no te puedo pinchar” y yo contestaba: “intento estar quieta pero no puedo, estoy muerta de miedo”. Para colmo tuvo que pinchar dos veces pero, si soy sincera, no me dolió el pinchazo.

Una vez anestesiada volvió la paz. No dolor, no mal humor. Así que estuve un rato en esa sala contando chistes y dilatando. Cada rato venía un enfermero, muy gay, para ver que tal estaba y cada rato más largo la matrona para hacer el tacto. De pronto, el enfermero dijo: “venga, que hoy no cenamos”. Me llevaban a quirófano.

Me echaron en la camilla, me pusieron las piernas en los estribos y me dijeron que siguiera las indicaciones de la matrona. Yo, preparada de mis clases preparto lo tenía claro. Me iba repitiendo en silencio: coger aire, inflar la tripa y empujar. Pero cuando la matrona me dijo que empujara y yo hacía todo el ritual del pujo me dice: “esto no es empujar, empuja, empuja bien, ahora!” Adiós a las clases preparto y la técnica.

Eso de: “no se tiene que empujar como si hicieras caca sino se empuja con el diafragma del abdomen”, qué diablos, ahí se empujaba o la niña no salía. Y mi marido no me cogía la cabeza, cada vez que lo miraba estaba con una cara de estar horrorizado de ver en directo un parto. Hasta lo invitaron a sentarse. Como dice un amigo: “el parto, bonito, bonito, no es, no nos engañemos!”. Yo, ajena a todo, empujé, empujé y empujé y la oí llorar.

CONTINUARÁ....

2 comentarios:

  1. que bonito! no hay nada mejor que dejarlo escrito porque con el tiempo y más partos, toooodo se olvida! muackkkk! por cierto soy Sandy...

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  2. Jajajaja. Bueno, seguro que me dejo detalles ;)

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